lunes, 27 de noviembre de 2006

BIODIVERSIDAD Y SU CONSERVACIÓN

Juan C. Torres-Mura
Museo Nacional de Historia Natural, Santiago (jtorres@mnhn.cl).

La diversidad es una manifestación propia de los seres vivos y se presenta en todos los niveles, desde la diversidad de genes hasta los sistemas complejos y extensos como biomas y ecorregiones.

La biodiversidad es el conjunto de plantas, animales, hongos y microorganismos de una región
(entrega a la sociedad bienes y servicios, tienen un valor productivo (recursos transformados como fibras, polímeros, enzimas, maderas, medicamentos, etc.), un valor recreativo y estético (utilización sin consumo; como por ejemplo el turismo), un valor ecológico (por ejemplo la polinización y el control biológico). Los humanos extraemos de los sistemas naturales los recursos renovables y no renovables, que en su conjunto conforman el patrimonio natural de una región o país.

Diversidad de Especies
Las especies constituyen una de las expresiones más directas de la biodiversidad. La especie es un conjunto de organismos capaces de reproducirse entre si, dejando descendencia fértil. En la actualidad se estima que existen 1.500.000 especies vivientes descritas por la ciencia, además de un número no determinado de ellas que todavía quedan por descubrir.

Las áreas mediterráneas del mundo contienen una diversidad florística que contiene cerca del 20% de toda la flora mundial, un valor muy alto si se considera que en conjunto las áreas mediterráneas sólo representan el 5% del planeta.

Otra característica de las regiones templadas es su endemismo, término que se emplea para describir la proporción de especies únicas de un área determinada, es decir que sólo se encuentran en este lugar. Especies endémicas son aquellas que tienen una distribución geográfica limitada (por ejemplo las que sólo viven en Chile).

Diversidad de genes
El material genético que porta un individuo se encuentra almacenado en forma de moléculas de ADN. En cada evento de preproducción, la información genética es heredada a los descendientes que conforman una nueva generación de organismos. Así cada nueva generación comparte el acervo genético de las generaciones precedentes. Numerosos factores pueden modificar naturalmente la constitución genética de una especie, todos ellos forman parte del proceso de evolución, cuyo sustrato básico opera sobre tal variación genética. Por ello, la erosión del patrimonio genético afectará el potencial evolutivo de una especie, así como su capacidad de sobrevivir a los eventuales cambios ambientales.

En Chile, numerosas especies se encuentran en proceso de pérdida de su patrimonio genético, fenómeno que por cierto afecta a las especies amenazadas, por ejemplo aquellas listadas en los Libros Rojos. Algunas iniciativas de conservación se han gestado en los últimos años, buscando la conservación ex situ (fuera de la narturaleza), esto es la mantención de material vegetal vivo en forma de esporas o semillas, que puede estar acompañada por la propagación in vitro (en laboratorio). El material genético presente en los linajes silvestres puede contribuir a mejorar diversos aspectos en los cultivos (ej. contenido nutricional, tolerancia a bajas temperaturas, resistencia a hongos o herbívoros, etc).

El puma (Puma concolor) de Norte América presenta menor variación genética que de Sudamérica. El puma de Florida (Puma concolor coryi), una variedad que vive aislada muestra los efectos de la pérdida de diversidad genética

divisiones biogeográficas útiles para el diseño de estrategias de conservación:
alerce (Fitzroya cupressoides), la mayor parte de la variación genética se haya entre poblaciones ubicadas en distintas localidades, mientras que al interior de cada población se registra un mayor nivel de homogeneidad genética.

Diversidad de biomas y ecosistemas
el territorio está conformado por una serie de Biomas o ecoregiones, tales como el Desierto, el Altiplano, la Zona Alto-andina, el Bosque y Matorral Mediterráneo, el Bosque Templado y la Estepa Patagónica.

La zona central de Chile o Ecoregión Mediterránea, ubicada entre las latitudes 30 y 36ºS, concentra la mayor parte de la población humana y ha estado sometida desde la Colonia a una creciente intervención. La principal fuente de cambio para esta zona ha sido la conversión de hábitat naturales por actividades agrícolas, ganadería y desarrollo urbano e industrial, además hay una alta incidencia de fuegos de origen antropogénico, a lo que se suma el efecto que producen las especies exóticas de plantas y animales. La intervención en forma de cultivos, ganadería o extracción de árboles y arbustos para leña o carbón, prolongada en el tiempo hacen que prácticamente no existan muestras de ambientes prístinos y esto resulta en que las especies de flora y fauna de más amplios requerimientos ecológicos o generalistas sean las más comunes.

CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD
Al examinar la historia evolutiva del planeta es posible notar que la extinción, así como la generación de nuevas especies, son procesos que han estado siempre presentes. Particularmente el registro fósil muestra que en el pasado numerosas especies se han extinguido, incluso por episodios de gran escala geográfica. Estos eventos han sido denominados extinciones masivas debido al gran número de especies que desaparecieron y la alta velocidad en que la riqueza taxonómica se redujo. Las actuales extinciones presentan diferencias cualitativas y cuantitativas respecto de aquellas del pasado. Ahora la mayor parte de las extinciones son atribuibles a causas humanas, mientras que las estimaciones y proyecciones de la tasa de extinción para diversos grupos de organismos son mayores a su equivalente del registro fósil.

La concepción de que nuestra biodiversidad global se encuentra en crisis se fundamenta en que numerosas especies de plantas y animales se han extinguido. Una especie está conformada por un conjunto de organismos que pueden reproducirse (al menos potencialmente) generando descendencia fértil y toda especie se ha originado de otra pre-existente, proceso que requiere miles de años. Así, la extinción de una determinada especie no sólo implica la desaparición de todos sus miembros sino también el colapso de una estirpe evolutiva que llevaba millones de años de historia en la tierra.

La extinción es irreversible. Esto implica que una vez extinta una determinada especie ésta no puede volver a ser recuperada, lo que conlleva también la pérdida de sus genes y su función ecológica. Adicionalmente, la extinción de una especie puede tener consecuencias para las otras especies con quien ésta coexistía.
Hay extinción funcional, que intenta describir situaciones en que una especie ha reducido su abundancia a niveles tan bajos que funcionalmente puede ser considerada extinta.

Cuando la eliminación de una especie tiene un gran impacto sobre una comunidad se habla de “especie clave”. La desaparición de aquellas especies claves en los ecosistemas usualmente tiene efectos cascada que facilitan la desaparición de gran parte de las especies que originalmente conformaban la comunidad. En conservación la identificación de especies claves en cada comunidad es importante para evitar extinciones en cadena, es decir extinción de una especie derivada de la extinción de otra.

Básicamente tres factores constituyen los principales agentes de modificación de la biodiversidad: la destrucción y fragmentación del hábitat, la introducción de especies invasoras y la sobre-explotación de especies. Junto a la extinción en cadena, se les denomina el “cuarteto malvado”.

Se ha calculado que por causas humanas, entre el año 1.600 y la actualidad se han extinguido, en todo el mundo, 385 especies de plantas vasculares, 300 especies de vertebrados y 100 de invertebrados; pero se estima que muchas especies se han extinguido antes de ser descritas por los científicos, entre ellos numerosos invertebrados y microorganismos cuya desaparición está vinculada principalmente a la pérdida de sus hábitat. Además numerosas especies han alcanzado la extinción funcional.

A escala mundial y regional, la composición biótica (ej. número de especies) en cualquier comunidad se encuentra en un proceso de modificación. Este cambio es reconocido como un componente del cambio global, que incluye además modificaciones del clima y los ciclos de nutrientes a escala planetaria. Pese a que no existe total acuerdo acerca del origen, magnitud y dirección de las modificaciones del cambio global, la mayor parte de la evidencia apunta a que las actividades humanas sobre el planeta son los principales motores de este proceso.

Modificaciones del hábitat
El hábitat de un organismo corresponde al espacio físico que este ocupa durante su vida. Varios factores pueden alterar la disponibilidad de los hábitat: urbanización, fragmentación, habilitación de zonas agrícolas, entre otros. Los seres vivos pueden responder de diversas formas a las modificaciones de su hábitat, particularmente importantes son aquellas especies que requieren condiciones de hábitat muy específicas ya que generalmente no son capaces de tolerar modificaciones.

Diversos agentes derivados de la intervención humana en los sistemas naturales contribuyen a la pérdida del hábitat: fragmentación, urbanización, deforestación, desertificación, contaminación, etc. A continuación se presentan algunos ejemplos.

Extinciones y Hábitat
El zarapito boreal, Numenius borealis) y el tuco tuco de isla Riesco (Ctenomys magellanicus dicki), se consideran extintos en Chile y han desaparecido por modificación de su hábitat: la primera una especie migratoria del hemisferio norte que invernaba en las pampas patagónicas y la segunda especie es un roedor subterráneo que habitaba praderas naturales de la isla Riesco en Magallanes que ahora están muy modificadas debido el pastoreo por ovinos.

La fragmentación del bosque nativo
La fragmentación es una reducción del hábitat total en un paisaje y la subdivisión del ambiente remanente en parches pequeños y aislados. Los cambios físicos, asociados con la reducción en el área, incluyen factores relevantes para las plantas y los animales como luminosidad, evapotranspiración, temperatura y velocidad del viento, humedad del suelo. La fragmentación afecta los recursos y la productividad de los hábitat nativos, afectando desde la polinización y dispersión de semillas y frutos a la descomposición de la materia orgánica. En este contexto, los bosques temperados de Chile están siendo fragmentados debido a la tala (corta para leña, carbón, producción de astillas), la sustitución (reemplazo por plantaciones de especies exóticas como pinos, eucaliptus, álamos, etc.) y la conversión en tierras agrícolas, ganadería, desarrollo urbano e industrial, etc.

Introducción de especies exóticas
En los últimos 500 años numerosas especies han sido movidas hacia áreas geográficas a las que probablemente nunca hubiesen llegado de no mediar la asistencia humana.
Son invasoras aquellas especies no nativas cuya introducción causa o puede causar daños ambientales, económicos o afectar la salud humana. Plantas, animales, microbios u otros organismos pueden ser especies invasoras y la principal causa de su llegada a un ecosistema es la acción humana.

Como parte del Plan de Acción de País para la Implementación de la Estrategia Nacional de Biodiversidad, el país está actualmente estableciendo un Programa Nacional de Control de Especies Invasoras. Este sistema será nacional e integrado, contará con marcos regulatorios e instituciones modernas, mantendrá iniciativas de investigación sobre especies invasoras y su impacto sobre la diversidad biológica y las actividades productivas. Se pondrá especial énfasis en el control y prevención de introducción de especies invasoras en el Archipiélago de Juan Fernández. A corto plazo se constituirá un comité de coordinación interinstitucional y se avanzará en proyectos de control de especies invasoras terrestres y acuáticas. También se hará efectiva la prevención y control de plagas hidrológicas, incluyendo medidas para controlar las aguas de lastre y el lavado de redes de la acuicultura. En el mediano plazo (2010) se promoverán estudios sobre el estado de especies exóticas invasoras y se contará con el marco legal adecuado. Al año 2015 el programa de control de especies invasoras estará en pleno funcionamiento, con las capacidades instaladas para investigar, proponer medidas, tomar decisiones y realizar acciones.

Flora exótica en Chile
Actualmente, se reconoce para Chile, una diversidad florística de 5.000 especies endémicas y nativas. Sin embargo, la adición de plantas exóticas está aumentando de manera creciente y progresiva esta diversidad. De hecho, se calcula que la riqueza de plantas exóticas presentes en Chile alcanzaría entre 3.000 y 4.000 especies.

Una fracción de la flora exótica cultivada en Chile, unas 800 especies, ha podido naturalizarse; es decir, es actualmente capaz de tener poblaciones auto-sustentables, sin mediar la reproducción humana.
la zona centro-sur (IV-X Región) es uno de los núcleos o centros de diversidad para estas especies.

La presencia de flora exótica naturalizada reviste particular interés, debido a que usualmente se le asocia a la extinción de las especies nativas. Aunque este hecho no ha sido estudiado en Chile, es posible que esto haya ocurrido en mayor o menor medida en las formaciones de matorral de la zona central. Las hierbas anuales dominan el estrato herbáceo, siendo estas provenientes de la cuenca mediterránea europea (las pequeñas semillas de las malezas llegaron mezcladas entre semillas de interés para establecer cultivos). En la mayor parte de los casos, los efectos antrópicos facilitan la expansión en abundancia y rango de las especies exóticas. Las plantaciones de pino insigne (Pinus radiata) en la Cordillera de la Costa representan un buen ejemplo de lo anterior, ya que el paisaje nativo en estas comunidades ha sido reemplazado primero por cultivos agrícolas y luego por plantaciones productivas de esta especie, que invade además sectores con bosque nativo.

La tasa de introducción de especies exóticas ha seguido una tendencia creciente de alrededor de dos a tres especies por año. Este valor ha sido calculado en función de los registros que indican la presencia de estas especies en el territorio nacional. De acuerdo a lo anterior, la introducción de especies a Chile está lejos de ser detenida, hecho que refuerza la necesidad de fortalecer los sistemas de control, así como establecer un programa permanente de recolectas a lo largo del territorio.

el matorral mediterráneo es un ejemplo de cómo las invasoras pueden influenciar la estructura y composición de toda una comunidad, alterando los ciclos de los nutrientes y del agua. El paisaje de la Depresión Intermedia (o Valle Central) en tiempos precolombinos estaba cubierto por un matorral arborescente combinado con bosques de algarrobo (Prosopis chilensis), que dominaban la parte norte de esta área. En la actualidad, esta formación está restringida a parches en el piedemonte andino y de la cordillera de la Costa; los bosques de algarrobo han desaparecido y sólo quedan algunos árboles aislados y dispersos. Ahora la mayor parte de la superficie está cubierta por el espinal; una sabana de espino (Acacia caven), con una densa cubierta de hierbas anuales exóticas.

El proceso de intercambio e introducción de especies no se ha detenido y continúa en la actualidad. Este movimiento de especies a escala planetaria no tiene precedentes en la historia de la Tierra y ha sido descrito como una de las más grandes convulsiones históricas de la biota mundial.
Parte de este reemplazo está mediado por las prácticas humanas que directa o indirectamente favorecen la expansión de las especies exóticas. Uno de los cambios en composición más notables que ha ocurrido en Chile central, es el reemplazo de hierbas nativas perennes por especies exóticas anuales. Aunque hasta la fecha existen pocos estudios cuantitativos, se sabe que el ganado doméstico (vacas, caballos, cabras, ovejas, etc.) y animales exóticos silvestres como el conejo y la liebre, disminuyen severamente la abundancia de las hierbas perennes nativas.

Fauna exótica en Chile
En el caso de los animales, algunas especies como los gorriones (Passer domesticus), las palomas (Columba livia), los conejos y las liebres fueron introducidos a Chile de forma intencional, con fines de alimentación o recreación; otras como las ratas, las lauchas, la mariposa de la col (Pieris brassica) fueron introducidas en el país de manera accidental (las ratas, las lauchas y los huevos de la mariposa de la col viajaron como polizones en los barcos).

En general, la introducción de especies hidrobiológicas exóticas se puede clasificar según su intencionalidad en liberaciones voluntarias, para fines concretos como la acuicultura, la pesca deportiva, el comercio y el control biológico, o involuntarias como son la introducción de especies por el transporte marítimo o los escapes de las actividades anteriores. En Chile la fauna de peces dulceacuícolas cuenta con 44 especies nativas (17 de ellas endémicas) y 26 introducidas (20 de ellas pertenecen a familias que no existían en el país y 12 a la familia de los salmones).

Solución para las Invasiones
La seriedad del impacto de las especies invasoras no debe subestimarse y por ello la introducción de nuevas especies exóticas debería evitarse, desarrollando además estrategias de rápido control cuando una nuevo taxa es introducido y antes que se expanda. La erradicación de especies invasoras es difícil pero no imposible.

medidas básicas:
• investigación,
• desarrollo de programas de monitoreo
• sistema de intercambio de información entre regiones o países es de gran ayuda en la prevención.
• legislación adecuada ayuda a desarrollar estrategias de manejo
• obligación a los criadores de implementar medidas que eviten el escape de especies exóticas.

Extinción y sobreexplotación de especies
Los casos de la palma (Paschalococos disperta) y el toromiro (Sophora toromiro), endémicos de Isla de Pascua son extinciones por sobre-explotación.

La extinción del sándalo de Juan Fernández (Santalum fernandezianum) también ilustra la explotación irracional de los recursos naturales. Hasta inicios del siglo XVII, el sándalo se hallaba en las dos islas principales del archipiélago.

Un caso excepcional es el azulillo (Tecophilea cyanocrocus). una planta de bulbo, descubierta en 1862 cerca de Santiago. En 1865, estaba disponible en los mercados de bulbos de Europa, donde ha sido usada en jardinería, propagada principalmente en forma vegetativa. La especie fue considerada extinta en su entorno natural, hasta que hace poco se redescubrió una pequeña población. El análisis genético de bulbos cultivados en un jardín botánico inglés indicó una baja variabilidad genética de los bulbos, por ello se adicionó bulbos provenientes de otras colecciones, para aumentar la diversidad genética.

Varias especies de animales presentan un estatus comprometido de conservación según han establecido diferentes documentos producidos por los especialistas. Los peces de agua dulce están amenazados por la contaminación de los cursos de agua y por la competencia o depredación provocada por las especies exóticas de peces liberados en nuestros ríos y lagos. Además de las modificaciones del hábitat, los anfibios y reptiles disminuyeron en Chile debido a una sobreexplotación ocurrida en la década del 80. en que se exportó vivos para uso como mascotas más de 170.000 ejemplares de ranas, sapos, culebras y lagartos, la mayoría de ellos extraídos de las regiones centrales (IV a IX). Se estima que, al menos para anfibios y reptiles, sólo el 25 a 30% de los animales capturados fue exportado y el resto corresponde a pérdidas por mortalidad o deterioro (ej. mutilaciones), ocurridos por manejo inadecuado en cautiverio.

Chile exportó grandes cantidades de pieles de chinchillas (Chinchilla spp.), nutrias (Lontra felina y Lontra provocax), zorros (Pseudalopex culpaeus y Pseudalopex griseus) y lobos finos (Arctocephalus australis y Arctocephalus philippi). Entre 1910 y 1984 Chile exportó más de 5.000.000 de pieles, de las que 1.550.000 fueron especies nativas.
Tras la disminución de los lobos finos la explotación se volcó hacia los “popis” (neonatos) del lobo común (Otaria byronia). Las pieles de los adultos no tienen valor peletero, en cambio la de los recién nacidos es equivalente a de los lobos finos adultos.
Con la promulgación de la Ley de Caza en 1929 se logró un mejor control y una mayor protección, sin embargo especies como los gatos (Familia Felidae) sólo fueron protegidos en 1972 y el zorro culpeo fue protegido recién en 1980. Cuando las especies silvestres disminuyeron, la caza se dirigió hacia especies introducidas como la liebre y el conejo.

ESTRATEGIAS GLOBALES DE CONSERVACIÓN.

Diversas estrategias se han desarrollado para minimizar la pérdida de especies y los ambientes en que habitan.

Conservación de especies
Como los recursos son limitados y falta conocimiento, no se puede monitorear todas las especies y hay que actuar a tiempo, los esfuerzos de conservación muchas veces utilizan estrategias rápidas y económicas para lograr la mantención de la biodiversidad. En este sentido se han utilizado los conceptos de especie bandera y especie paraguas.

Una especie bandera (o especie carismática) es aquella representativa de un área determinada y que tiene un significado cultural para la población humana, lo que hace posible su conservación y al mismo tiempo la preservación de la ecorregión en donde se encuentra. Estas especies gozan de la simpatía del público y gracias a esto es posible recaudar fondos y/o atraer la atención de la población hacia objetivos de conservación. El oso panda, los gorilas y los grandes felinos (tigres, leones, leopardos) son ejemplos a nivel mundial, el puma, el jaguar y el águila harpía lo son a nivel americano. La elección de una especie bandera no es un tema menor ya que de ello puede depender el alcanzar los objetivos de conservación de todo un ecosistema al atraer la atención de la población. Una especie bandera es muy representativa cuando es ampliamente conocida y apreciada por la población, ya que ésta se identifica con ella y favorece su conservación.

Especie paraguas es una especie cuya conservación confiere protección a un gran número de especies que coexisten con ella en un ambiente. En general esto ocurre cuando dicha especie necesita grandes cantidades de terreno para subsistir, al proteger estas áreas se protege también el hábitat de otras especies que residen dentro de los límites de la especie protegida. El concepto de especie paraguas ha sido propuesto como una manera de usar los requerimientos de una especie como base para la planificación y gestión de áreas protegidas y se ha utilizado como una herramienta para determinar el tamaño mínimo de áreas protegidas o seleccionar sitios para que formen parte de una red de reservas. La mayoría de las especies que se han usado como paraguas son grandes mamíferos o aves, aunque también se ha aplicado a otra fauna. Los estudios indican que una sola especie paraguas usualmente no es suficiente para asegurar la conservación de todas las especies con que convive, porque algunas especies están limitadas por factores ecológicos que no son relevantes para la especie paraguas. Por ello la tendencia actual es aplicar estrategias multiespecíficas como una manera de ampliar la cobertura del “paraguas” protector.

El pehuén (Araucaria araucana), el alerce (Fitzroya cupressoides), el huemul (Hippocamelus bisulcus), la chinchilla (Chinchilla lanigera), el cóndor (Vultur gryphus), y el picaflor de Juan Fernández (Sephanoides fernandensis), son taxa que han sido o están siendo utilizados como especie bandera. La vicuña (Vicugna vicugna) en el Parque Nacional Chungará, el huemul en las Reservas Nacionales Huemules de Niblinto y Lago Cochrane, el pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti) en la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, tres especies de flamencos en la Reserva Nacional Los Flamencos son ejemplos del uso del concepto de especie paraguas.

Frente a la sobreexplotación la respuesta usual fue establecer medidas específicas de control, por ejemplo en Chile la caza y explotación comercial de fauna se realizó sin mayor control, lo que provocó una marcada disminución de varias especies. Por ello, ya en 1893, se comenzó a regular la caza de lobos marinos, en 1910 se vedó la caza de la chinchilla y en 1929 se promulgó la Ley de Caza, una de las primeras de Latinoamérica, que estableció la prohibición de cazar ciertas especies y reguló la caza de muchas otras, estableciendo períodos de veda y números máximos de piezas por cazador.

A nivel internacional se han implementado los “Libros Rojos”, listados que categorizan las especies de flora y fauna en diferentes grados de amenaza y que sirven de base para planes de protección, manejo o restauración. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) introdujo hace más de 40 años la modalidad de categorizar las especies en diferentes grados de amenaza, opción que ha sido reconocida y utilizada a nivel internacional. Su valor es que designan de una manera fácil de comprender las especies en riesgo y permiten desarrollar y dirigir medidas específicas y priorizadas de protección. Para jugar un rol efectivo en la conservación, las categorías usadas en los libros rojos deben contar con características como ser aplicables a un amplio rango de grupos taxonómicos, aun cuando estos difieran en historias de vida y rasgos biológicos básicos; deben ser aplicables a niveles de especie, subespecie o variedad y a escalas regionales o nacionales y también la clasificación debe ser factible independiente del nivel de información que se posea sobre el taxón a clasificar.

En Chile, en la década del 80’, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) organizó reuniones de especialistas para producir los primeros Libros Rojos (Flora Terrestre, Vertebrados, y Sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad), posteriormente la CONAMA y el Museo Nacional de Historia Natural usando también la consulta a expertos, complementaron o actualizaron la información de los primeros Libros Rojos. También el Reglamento de la Ley de Caza establece estados de conservación para los vertebrados terrestres (anfibios, reptiles, aves y mamíferos) y se ha utilizado como referencia en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental.

Conservación de hábitat
La protección de ambientes es una de las maneras más efectivas de preservar la diversidad biológica. Ya a fines del siglo XIX en Estados Unidos y a comienzos del siglo XX en Chile se establecieron reservas naturales, grandes áreas destinadas a proteger cuencas hidrográficas para asegurar la provisión de agua, lugares de alto valor escénico o asegurar la explotación maderera y como un efecto secundario, se lograba la protección de las especies de plantas y animales que vivían en esas áreas. La tendencia actual es que las áreas protegidas, que pueden ser privadas o estatales, deben estar amparadas por un sistema legal que estimule la preservación, deben permitir diferentes grados de uso tradicional y/o comercial por parte de comunidades locales, y debe permitirse y estimularse la recreación y la investigación científica. Los objetivos de las áreas silvestres protegidas son mantener ambientes representativos de la diversidad natural (incluyendo formaciones geológicas, paisajes y comunidades biológicas), asegurar los procesos evolutivos (ej. migraciones, flujo génico), mantener y mejorar los recursos naturales, mantener la capacidad productiva de los suelos, mantener los sistemas hidrológicos, preservar los elementos culturales relacionados con el ambiente natural y posibilitar la investigación y la educación.

En Chile se siguen los lineamientos establecidos en la Convención para la Protección de la Flora, la Fauna y las Bellezas Escénicas Naturales de América (Convención de Washington) de 1941, aprobada como Ley de la República en 1967, y que estableció las siguientes categorías: Parque Nacional, Reserva Nacional y Monumento Natural. El Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado, es administrado por la Corporación Nacional Forestal y cuenta actualmente con 32 Parques Nacionales, 47 Reservas Nacionales y 15 Monumentos Naturales, cubriendo una superficie de 14 millones de hectáreas, lo que representa un 19% de la superficie de Chile continental.

A estas categorías deben agregarse los Santuarios de la Naturaleza, amparados por la Ley de Monumentos Nacionales, que son áreas terrestres o marinas cuya conservación es de interés para la ciencia o para el Estado, por cuanto poseen especies, bienes o formaciones naturales importantes desde el punto de vista de la zoología, paleontología, geología, de la botánica o de la ecología. Además se cuenta con un sistema de áreas marinas protegidas, de reciente implementación en Chile. Las áreas marinas protegidas, son una forma de administración pesquera y fueron creadas al amparo de la Ley General de Pesca y Acuicultura, están destinadas a preservar unidades ecológicas de interés para la ciencia y cautelar áreas que aseguren la mantención y diversidad de las especies hidrobiológicas (o de importancia comercial), así como también de aquellas asociadas a su hábitat. Estas áreas son declaradas por la Subsecretaría de Pesca y quedan bajo la tuición del Servicio Nacional de Pesca.

Complementario al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado y a partir de la Ley de Bases del Medio Ambiente se ha desarrollado y reglamentado un sistema privado de protección de áreas silvestres, el que se fundamenta en la Ley de Bases del Medio Ambiente, la que señala que el Estado fomentará e incentivará la creación de áreas silvestres protegidas de propiedad privada,

Conservación de Ecoregiones
Como las especies no se distribuyen de manera continua y como los recursos para investigación y conservación no son suficientes para abarcar todas las especies se diseñó una aproximación práctica de planificación de conservación denominada “conservación basada en ecoregiones”, impulsada por el Fondo Mundial por la Naturaleza (WWF). Las ecoregiones son unidades de tierra o agua que contienen un conjunto distintivo de comunidades y especies y cuyos límites son definidos por la extensión de las comunidades naturales más que por el uso.

Un análisis global permitió establecer un portafolio con las ecoregiones terrestres, acuáticas y marinas más excepcionales y representativas que deben ser prioritarias para acciones de conservación. Bajo el nombre "Global 200" se incluyen las más de 200 áreas del planeta que los científicos han identificado como los lugares biológicamente más importantes de la tierra. De estas áreas el 59% son ambientes terrestres, el 15% son aguas dulces y el 26% son áreas marinas. Estas ecoregiones son una especie de "Arca de Noé" que identifica los mejores ejemplos de cada tipo principal de hábitat en el planeta, cruciales para la conservación de la biodiversidad global. De Chile se han reconocido las siguientes ecoregiones: el desierto Sechura-Atacama, la puna seca de los Andes centrales, los lagos alto-andinos, el matorral mediterráneo, el bosque temperado austral (incluyendo Juan Fernández), la estepa patagónica, la corriente de Humboldt, los mares patagónicos y el mar de Rapa Nui.

Diversas organizaciones que financian actividades de conservación o incluso proyectos de inversión han patrocinado y utilizado “Global 200” como una guía. El análisis de cada ecoregión es una tarea que no ha terminado. Todavía falta identificar para muchas de ellas los elementos característicos, vulnerables e irremplazables, conocer umbrales y balances (“pros y contras”) en relación con persistencia y pérdida de biodiversidad, establecer objetivos transparentes y defendibles e identificar estrategias de conservación que sean adecuadas a la situación social, cultural, política y económica de cada región.

Esta aproximación permite, frente a la comunidad, fortalecer la credibilidad de la conservación para predecir consecuencias en diferentes escenarios de uso de recursos y tener una posición adecuada para discutir y negociar con las agencias gubernamentales y la industria. Las recomendaciones basadas en evidencia científica permiten tomar mejores decisiones, compromisos menos riesgosos y aprovechar mejor las oportunidades.

Torres-Mura, J.C., S. Castro y D. Oliva. 2006. Conservación de la biodiversidad. Pp. 418-437 en “Biodiversidad de Chile. Patrimonio y Desafíos”. Comisión Nacional del Medio Ambiente, Santiago, 637pp. (3w.conama.cl/doc/biodiversidad).